De capa distinta pero con una presencia física que de inmediato denotaba su origen, este tordo rodado, hijo de CAGANCHO, fue uno de los caballos más prometedores y trascendentes dentro de la cuadra de Pablo.
MANOLETE hacía recordar a su célebre padre con ese andar pausado que transmitía y proyectaba templanza, teniendo además mucho poderío y sobretodo una pasmosa seguridad para entrar y salir airoso de cualquier terreno de la lidia, además su repertorio era muy completo, ya que iba de costado muy bien y pegaba unas piruetas de excepción.
El equino demostró siempre poder con todo lo que salía por la puerta de chiqueros, evidenciando su arte taurino cuando tenía materia prima de calidad, y a la contra demostrando estar sobrado de facultades ante toros poco colaboradores.