EL ASCENSO

Pablo Hermoso de Mendoza Un torero a caballo único

"Aquel festejo fue el que me cambió, el que planificó mi carrera en un antes y un después. De moverme en las ligas de abajo, en carteles más o menos humildes, sin salir mucho de Navarra, a partir de esa corrida en Zaragoza, cambió todo y di el salto a las grandes ligas.

Las primeras temporadas de Pablo Hermoso de Mendoza ya como rejoneador de alternativa continuaron teniendo como escenarios principales a las plazas localizadas en territorio navarro, destacando que en 1990 se presentó ya en la Feria del toro de Pamplona y posteriormente en Bilbao y Barcelona. Por aquella época sus cartas fuertes como monturas eran "Albaicín" (no el actual, otro que tuvo el mismo nombre), con el que Hermoso comenzó a galopar en dos pistas, y "Giralda", una yegua alazana con el hierro de Martínez Uranga, que durante varios años fue la responsable de parar a los toros de salida en la cuadra del estelles, con una solvencia que todavía hoy se recuerda.

En ese mismo año de 1990, Pablo incursionó por primera vez en Portugal. La plaza de su debut lusitano fue la Ermegeira, dándose la circunstancia de que la corrida en la fecha prevista debió ser aplazada por lluvia, celebrándose finalmente el primer día del mes de noviembre de aquel año. Esta postergación provocó que se suscitará un episodio que a la postre sería determinante en la carrera del navarro, ya que el ganadero en turno, Antonio Brito Paes, invitó a su finca al rejoneador estelles, y allí estaba un caballo olvidado, feo y con un porvenir incierto. Pablo lo vio, consideró que estaba al alcance de sus posibilidades económicas y después de algunas negociaciones terminó por comprarlo. El destino quiso que ese corcel quedara en las manos adecuadas y surgiera posteriormente al firmamento taurino con el nombre de "Cagancho", para gloria de su jinete y del rejoneo mismo.

Entre 1991 y 1992, Hermoso de Mendoza continuo progresando tanto en su quehacer taurino como en el reconocimiento de la afición y de la crítica taurina, si bien aún la mayor parte de sus actuaciones eran en las plazas dentro de Navarra. Al inicio de la de 1993 perdía a "Lord Byron", un pura sangre inglés utilizado en el primer tercio, que se desnucó en las cuadras en Acedo. A este caballo Pablo le consideraba como imprescindible para afrontar solventemente sus compromisos, por lo que canceló algunos contratos importantes como el de la Feria de San Fermín en Pamplona y su presentación en la catedral lusitana del toreo, Campo Pequeño. Esta pérdida, aunada a la idea de que las plazas principales eran un coto cerrado al que no podía acceder, estuvieron a punto de hacer que el estelles desistiese de seguir adelante. Afortunadamente no fue así y Hermoso continuó adelante.

Por aquel tiempo Pablo comenzó a hacer amistad con un personaje del medio que se convirtió mas que en el maestro, en la persona que tuvo el tino y la sapiencia para corregir los errores del navarro, aconsejándole, haciéndole ver sus posibilidades y limitaciones, y sobretodo apoyándole en los momentos de desánimo, insistiendo siempre en que solo era cuestión de tiempo para que pudiera llegar al lugar que deseaba. Esa persona se llama Joao Moura, figura innegable del rejoneo portugués y uno de los cavaleiros que mayores aportaciones han hecho a la historia del rejoneo. Muchos fueron los días que Hermoso estuvo en la casa del portugués, en Monforte, entrenando, observando, conversando y fortaleciendo una amistad sincera que se ha conservado al paso del tiempo.

1994 es el año de la ascensión definitiva de Hermoso, y ello se debió en gran parte a que gracias a su regularidad en las plazas en las que se presentaba, fue llamado para sustituir a Fermín Bohórquez en la Feria del Pilar de Zaragoza, alternando precisamente con Moura y con los hermanos Domecq, ante toros también de Bohórquez. Esta corrida fue retransmitida en directo a toda España y Pablo tuvo una excepcional actuación, logrando que esa modesta sustitución se convirtiera en el medio que lo catapultó al circuito de las grandes ferias, conquistando la admiración y el aprecio de muchos españoles que vieron por la pantalla chica las excelentes evoluciones en el ruedo de un hasta entonces poco conocido rejoneador navarro.